lala

domingo, 26 de diciembre de 2010

al fin...

Mi pluma tiembla mientras intento describir esos inolvidables amaneceres, crepúsculos, veladas… junto a ese ser misterioso al que había deseado conocer desde siempre y que reconocí al instante, aunque no le había visto nunca.

En sus brazos, reinaba una atmósfera exquisita que hacía olvidar todos los fastidiosos horrores de la vida.
El verse reflejado en su mirada te hacía sentir invencible y pequeño a la vez, capaz con solo una palabra, de elevarte hacia indescriptibles cielos, o ahogarte en espesos ríos de el más amargo dolor.

A su lado, absolutamente nada más tenía importancia…

Es una belleza fatal, solo contemplada anteriormente en sueños perfumados por el deseo y la ansiedad.

Los poderes de las más profundas tinieblas y la divinidad de la infinita luz, se han conjuntado en un hombre, y todo aquello que anteriormente eran meras palabras, ahora tienen nombre, rostro, significado, vida.

Fuego, voluptuosidad, intriga, misterio, sangre…

Debe el saber ahora, que todo esto, este maelstrom de sentimientos y emociones, resulta tan excitante como atemorizante, pues es esto en su totalidad, nuevo para mi.

El es Bellisimo, más que bello, sorprendente… inspira.

Irresistible, sus ojos, son dos astros donde relampaguea el misterio y la seducción;
Su mirada, un resplandor, que iluminó mi miseria.

Hay hombres que inspiran el deseo de vivir y gozar de ellos, pero el proporciona el deseo de morir lentamente bajo su mirada. Esos ojos, cuya llama atraviesa el crepúsculo, esas sutiles y terribles pupilas en su seductora malicia… las he estudiado profundamente, estrellas que exigen curiosidad y admiración. Encantan, seducen, embrujan…

¿A qué bienhechor demonio debo el estar así? Rodeado de misterio, belleza, perfumes….

Lo que llamamos normalmente vida, incluso en su más dichosa expansión, no tiene nada que ver con esta vida suprema que me dio a conocer, y que anhelo segundo a segundo.
Me espera una eternidad… una eternidad de delicias, dicha, paz, vida, El.

¡Si pudiese El saber todo lo que yo veo! ¡Todo lo que yo siento! Un deseo infinito, inconmensurable de embriagarse en su ser, en su cuerpo y de su cuerpo, de todo lo que representa, embriagarse, de El. Descubrirlo poco a poco y devorarlo a la vez, envolverse en su gracia y abandonarse…

Porque si existe algún lugar en el que se deseé estar, es en sus brazos, admirando a ese ser culpable de los latidos de este mortal corazón.

Me encontré frente a el, sobre heladas nubes, pero al decir adiós, sentí de pronto mi garganta aprisionada por la terrible mano de la histeria. Despojado de ese ser tan monstruosamente seductor, al decir adiós a tan incomparable belleza, me sentí abatida hasta la muerte. Inconcebiblemente triste permanecí. Y me pareció que mi mirada se ahogaba en esas agrias lagrimas que no acaban nunca de derramarse.

El demonio asechante frecuenta esta habitación, ofreciéndome dulcemente su mano, para ayudarme a descender hacia maravillosas soledades, pero, ya no se atreve a entrar, pues se encuentra aquí, brillante, una luz, inmortal, una llama, la cual inflama mi corazón minuto a minuto, manteniéndome alejado del lúgubre pozo.

El tiempo ha reaparecido, reina ahora como único dictador, y con el demoníaco viejo ha vuelto todo su hediondo cortejo de recuerdos, penas, miedos, angustias, pesadillas, cóleras, y neurosis.

Les aseguro que los segundos se encuentran ahora fuertemente acentuados, y que murmuran mientras surgen del péndulo… “Yo soy la vida, la insoportable, la implacable vida”…

La razón se hunde aquí en una embriaguez de amargura, cuatro paredes aromatizadas por la espera, el deseo y la melancolía. Las formas de los muebles se alargan, se postran, languidecen.

Cada poro de mi piel murmura su nombre, en vano, pues no puede escucharme.

La habitación, húmeda, sin vida, deforme, gris; Inmenso tedio.
Horror… tristes ventanas donde el tiempo ha marcado surcos de polvo.
Se respira ahora aquí, el rancio de la desolación.

En este vacío tan repugnante, un único objeto me sonríe, la botella, ajenjo.
Una vieja amiga, fecunda en caricias y traiciones… fotografías, las fotografías han comenzado a respirar.

La soledad copula con el silencio mientras el tiempo les observa…

“Sufrirás eternamente la influencia de mi beso…”

La soledad copula con el silencio mientras el tiempo les observa.

He perdido mi alma, se la he entregado sin dudar.
Me haces creer en la inmortalidad!

Existen solo momentos en la vida humana, donde se puede verdaderamente afirmar que se está vivo, que se está completo y en paz, y son esos momentos los que causan un inexplicable miedo.
No deseo una “vida de momentos”, te he encontrado, AL FIN.

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